EL LOCAL.

Dos fantásticas mesas de snooker y una de carambolas Sam-Elite-Dani Sánchez son las tres reinas con las que contamos en la Academia. Si bien puede parecer algo escaso, lo cierto es que no es poca cosa para iniciar esta andadura. La demanda que hay que ir creando, paulatinamente, se puede desarrollar perfectamente en el espacio del que disponemos. Siendo cierto que no contamos con las ventajas de un gran salón con una gran cantidad de billares, no es menos cierto que lo compensamos, incluso ganamos, en cercanía con los jugadores, alumnos y aficionados. El trato para con los socios, el respeto hacia como deben practicarse semejantes disciplina, se torna cercano y placentero tanto para el aficionado como para el alumno, el visitante o el monitor.

Una coqueta terraza se convierte en el espacio perfecto para descansar del juego, hablar de billar, tomarse un refrigerio o fumarse un pitillo ( si, alguno pecamos)

La combinación de las luces del salón y de las mesas procuran estéticas diferentes a diferentes horas del día. Una cuidada combinatoria de apliques, cortinas, luz natural y la propia de las mesas nos permite poder complacer el gusto de cada jugador a cualquier hora del día. No es éste tema baladí. En absoluto. En no pocas ocasiones hemos practicado el billar en condiciones harto complicadas. Todo nuestro empeño ha ido dirigido en esa dirección. Hablando en plata, evitar aquellas condiciones negativas que nos hemos podido encontrar en tantos otros lugares. Muy lejos queda esta aseveración de ser una crítica. Es un hecho del que, sin más, queremos aprender y extraer las conclusiones pertinentes para el correcto desarrollo del juego.

Una pantalla de 50 “ nos ayuda sobremanera en las labores propias de la academia. Desde visionar las partidas de grandes jugadores y de campeonatos relevantes hasta grabar al alumno o quien fuere para que éste pueda verse en plena acción. Esta implicación con el potencial alumno o aficionado nos ha parecido primordial desde el primer momento. El billar no solo se aprende practicándolo. Hablando, viendo, escuchando o compartiendo ideas, se recoge información, se generan afinidades y se potencia la parte intelectual del juego. El fuerte individualismo propio del billar no es obstáculo para que surjan momentos y espacios provechosos y agradables que enriquecen sobremanera el juego, al jugador y al local.

Olvidados quedan los famosos “tacos de pared” con los que todos comenzamos en el juego. Estimamos oportuno que, desde un comienzo, todo jugador pueda iniciarse o continuar la práctica de ambas modalidades con un más que aceptable material.